Seis años después de un filme tan monumental como Post Tenebras Lux (2012) o retrospectivas como la dedicada en Gijón en  2007, el mexicano Carlos Reygadas demuestra de nuevo que es un cineasta que no se casa con nadie, que no se deja domesticar ni por la industria ni por el público. Nuestro tiempo continúa con ciertas tendencias de su cine (la intimidad frontal de Batalla en el cielo, una mirada casi antropológica como la que ofrecía en Luz silenciosa) a través de una disección del amor romántico narrada a modo de western moderno.

La película está protagonizada por él mismo y su mujer (la montadora Natalia López), y narra la crisis de un matrimonio abierto cuando ella empieza a sentirse atraída por una tercera persona. Reygadas firma así un retrato sobre la lucha de egos y la toxicidad masculina en un film que nos deja algunas de las imágenes más salvajes e impactantes del año.

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